¿Qué son las
enfermedades neuromusculares (ENM)?
Son un conjunto de más de 150 enfermedades neurológicas, de naturaleza progresiva, normalmente hereditarias. Lo que caracteriza a todas ellas es la pérdida progresiva de fuerza.
Las ENM están
catalogadas como enfermedades raras o enfermedades de baja prevalecía ya que
afectan a un porcentaje pequeño de la población.
Se calcula que en España
hay afectadas más de 50.000 personas por enfermedades Neuromusculares, unos
4000 en nuestra comunidad. Son enfermedades genéticas, generalmente
hereditarias y degenerativas que en la mayoría de los casos provocan una gran
discapacidad, llegando incluso a provocar el fallecimiento del afectado (muchos
de ellos niños y jóvenes) como la Enfermedad de Duchenne.
Pueden aparecer en
cualquier momento de la vida, desde el nacimiento a la 3ª edad. Al ser
hereditarias, existen familias en las que hay dos y tres afectados con
discapacidades muy severas. Hay personas, en los casos leves, que la padecen y
ni siquiera lo saben, hasta que la enfermedad avanza lentamente. La
característica más importante y general en todas ellas es la pérdida lenta y progresiva
de fuerza, dejando a la mayoría en silla de ruedas y con grandes dificultades
para llevar una vida diaria sin depender de una tercera persona que les atienda
en todo, comer, asearse, darse la vuelta en la cama por la noche, ir al trabajo, al colegio, o simplemente
beber un vaso de agua, etc.
A día de hoy, no existe cura ni tratamiento salvo la fisioterapia
para conseguir mantener los músculos durante
el mayor tiempo posible, tratamiento que actualmente no lo cubre la Seguridad
Social de forma continuada por ser enfermos crónicos y que cada familia
debe correr con su costo.
Su discapacidad genera
innumerables gastos a la unidad familiar, ya que necesitan sillas de ruedas
eléctricas para poder desplazarse, adaptaciones múltiples en el
hogar, adaptaciones en el coche que tienen un alto coste...y un
largo etc.
La sociedad en general,
tiene un profundo desconocimiento sobre estas enfermedades y esto implica
muchas veces un gran rechazo, añadiéndolo al comprobar que son personas
discapacitadas por lo que los problemas se suman, tanto económicos - ya que es
difícil encontrar un trabajo para ellos (pese a que sus capacidades psíquicas
no están afectadas en la mayoría de los
casos)-, como psicológicos, por las barreras arquitectónicas que encuentran día
a día y que limitan sus posibilidades de inserción en la sociedad.
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